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HISTORIA DE LA VIEJA CASONA

El lugar que ocupa hoy el Centro de Enfermedades Digestivas, antes fue la casa y el consultorio de la Familia López Lima. Hacia fines de los años treinta, Francisco López Lima había rendido sus últimas materias de la Carrera de Medicina. La buena relación con su profesor, el Dr. Diego Taylor Gorostiaga lo contactó con el Valle del río Negro. Taylor Gorostiaga siempre le hablaba de una Estancia que había heredado su familia en Chelforó y de sus primos que vivían en Cipolletti. La invitación a la zona, por parte de éstos hizo que se enamorara de este hermoso valle fértil y comenzará a pensar en la idea de dejar su Buenos Aires natal para instalarse en la zona. Al llegar a General Roca, comenzó a visitar distintas casas para poder alquilar, y la que más le gustó fue esta Casona, la que justamente, años más tarde sería su casa y su consultorio.

Uno de sus hijos recuerda “estaba bastante abandonada, sobre todo el terreno, con yuyos que pasaban la altura de cualquiera de nosotros”.

Volvió a Buenos Aires en busca de la que luego sería su esposa -Dora- se casaron y rápidamente volvieron a la ciudad de General Roca. Aunque pensaron que la vida en la Casona sería provisoria, el dueño, un antiguo farmacéutico de apellido Vivanco, le propuso comprar la casa, y así lo hizo. A partir de allí su vida familiar y laboral transcurrió en esa casa. Por aquellos años se pone en contacto con la empresa General Electric y le compra el primer equipo de Rayos X de la zona. No fue fácil la instalación del mismo, ya que las usinas existentes en la ciudad eran de corriente continua, hasta que a través del Gerente de las Usinas, Sr. Bucci, consigue instalar una línea de corriente alternada desde Allen.

Continuando con la historia de la Casona, se recuerda el hermoso parque que tenía, las rosas –admiradas por los vecinos de la ciudad- los macizos de violetas y pensamientos cuidados por el jardinero. Junto a este recuerdo, también se destaca el cómo era la vida en aquellos años, sin agua corriente, sin cloacas, sin la existencia de antibióticos y las enfermedades infecciosas como el tifus. Respecto al agua, se instalaban una especie de filtros que albergaban 200 litros. Esos filtros eran realizados con arcilla cocida, que luego de hervir el agua era posible consumirla. Tampoco se tenía gas, se utilizaban las “cocinas económicas” a leña y la calefacción a leña o kerosene. Hasta la década del cincuenta, momento en que se provee de gas natural y corriente, la estufa hogar que había en el living de la casa, hoy la administración del CED, era lugar de reunión familiar.

A medida que pasaron los años, la casa se fue agrandando, la habitación de Francisco y Oscar estaban arriba del garaje y se cambió el frente que quedó con la fachada actual. Dorita, la hija mujer tenia su habitación en la planta principal. La actual sala de espera tenía una gran vidriera de vidrios de tipo Ingles que se usaba en esa época, con distintos colores, verde, azul y color caramelo.

A medida que pasaron los años, la casa se fue agrandando, la habitación de Francisco y Oscar estaban arriba del garaje y se cambió el frente que quedó con la fachada actual .Dorita, la hija mujer tenia su habitación en la planta principal. La actual sala de espera tenía una gran vidriera de vidrios de tipo Ingles que se usaba en esa época, con distintos colores, verde, azul y color caramelo. La casa – consultorio siempre estaba llena, era común durante todo el día y la noche que los pacientes circularan por ella. Muchos pacientes venían de las chacras, ya que por aquellos años, el médico solía hacer visitas domiciliarias no solo en el pueblo, sino también en las zonas rurales. También pacientes desde Neuquén hasta Chichinales. Era una especie de guardia permanente, fundamentalmente porque no había equipos de Rayos X, hasta que los Dres. Podjarni, Falcó, Orelo y Mondino fundan el Sanatorio Modelo . De modo que hasta ese entonces, fracturas y demás estudios radiológicos -solamente radiología estática, salvo radioscopias- se hacían en la casa. Tampoco había Bioquímicos, la primera en llegar al General Roca fue la Dra. Felisa Angulo (hermana de Casilda, la dueña de La Ibero Americana) asi que también en la casona se realizaban análisis clínicos de rutina: hemogramas, uremia, glucemia, eritreo, orina y la reacción de Widal. Con los años se forma el Sanatorio y Maternidad Roca, hoy Clínica Roca, cuyos fundadores son el Dr. Francisco López Lima, junto al Dr. Boltshauser, al Dr. Pastor y al Dr. Fernandez. Al decidir el Dr. Fernández irse a vivir a Buenos Aires, entra como socio el Dr. Falcó. En el año 1968 fallece el Dr. Francisco López Lima, y su hijo Francisco, quien había terminado su residencia médica en el Hospital Bonorino Udaondo, continúa con el consultorio. Francisco se casa con Marta y comienzan a vivir en la Casona, haciendo de ésta, al igual que su padre, su vivienda y consultorio. Su madre y hermanos habitaron una nueva casa.

Por estos consultorios transitaron los Doctores Jorge Frati ,Martin Carrique, Luis Mario Bartorelli, Pablo Ferrando y Silvia Álvarez. Francisco López Raffo, conjuntamente con el Dr. Horacio Muñoz, inician los estudios de vías biliares que se suma a los de colon que ya se hacían. Cuando Muñoz decide irse a Buenos Aires, se le propone al Dr. Daniel Correa de Neuquén comprar un nuevo equipo para realizar estos estudios y hacer conjuntamente en ambas ciudades la atención a pacientes. Ya hacia los años 80, los adelantos tecnológicos permitieron reemplazar esos antiguos aparatos A partir del año 1992, durante la era de los “videos”, junto con el Dr. Sergio Martín y Dr Horacio Muñoz, se decide comprar un equipo Video Pentax y armar el CED.

“Con Sergio le pusimos el hombro, en lo que era procedimientos endoscópicos, diagnósticos, terapéuticos y fundamentalmente en vía biliar” nos relata el Dr. Francisco López Raffo.

De esta forma nació el Centro de enfermedades Digestivas.

Con el correr de los años, se fueron incorporando otros médicos, Dr Hector Mazzini, Dr Fabricio Lopez, Dr Marcelo Peche y últimamente el Dr Matias Martin y la Licenciada en Nutrición Mariel Rinaudo, todos Ellos especialistas en enfermedades del aparato digestivo. Además, no se puede dejar e valorar el apoyo del personal administrativo y de asistentes en endoscopia, muy especialmente la enfermera Silvia Guttierrez, quien fue un bastión importante en la atención y contención de los pacientes. La Casona, ya desde hace muchos años no funciona como casa de familia. La casona será recordada como pionera en la medicina de la zona, el presente sigue siendo promisorio y la historia futura la seguirán escribiendo las nuevas generaciones de profesionales –médicos y técnicos de la salud-, continuando con la incorporación permanente de nueva tecnología con el propósito de seguir brindando una medicina de avanzada.

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